Cuando las tardes se vuelven frescas y el aire huele a hojas secas, el cuerpo pide abrigo… y el alma, un postre cálido. El crumble de manzana y canela es ese clásico que trae consigo el espíritu del otoño: aromas de hogar, texturas reconfortantes y el encanto simple de lo hecho en casa.
Este postre combina la suavidad de las manzanas caramelizadas con una capa crujiente de avena y mantequilla, creando un contraste irresistible. Ideal para compartir en familia o disfrutar junto a una taza de café o té especiado.
Crumble de manzana y canela
Ingredientes (para 4 porciones)
Relleno:
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4 manzanas grandes, peladas y cortadas en cubos 
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2 cucharadas de azúcar morena 
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1 cucharadita de canela en polvo 
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½ cucharadita de nuez moscada 
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1 cucharadita de jugo de limón 
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1 cucharada de mantequilla 
Crumble (cobertura):
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½ taza de harina de trigo 
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½ taza de avena en hojuelas 
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⅓ taza de azúcar morena 
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½ cucharadita de sal 
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½ cucharadita de canela 
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6 cucharadas de mantequilla fría, cortada en cubos 
Preparación
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Precalienta el horno a 180 °C (350 °F). 
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En una sartén, saltea las manzanas con mantequilla, azúcar, canela, nuez moscada y limón durante unos minutos, hasta que estén suaves y ligeramente caramelizadas. 
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Colócalas en un molde refractario o ramequines individuales. 
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En un recipiente aparte, mezcla los ingredientes secos de la cobertura. Agrega la mantequilla fría y desmenúzala con los dedos hasta obtener una textura arenosa. 
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Cubre las manzanas con esta mezcla y hornea durante 25–30 minutos, hasta que la superficie esté dorada y crujiente. 
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Sirve caliente, acompañado de helado de vainilla o crema batida. 
El toque final
Añade nueces, almendras o arándanos secos para un sabor más otoñal.
El resultado: un postre que no solo perfuma la casa, sino que abraza el alma. Sirve con helado de vainilla.

