Por Ana Cáceres
Tela, Honduras_ En el corazón del Caribe hondureño, donde el azul turqués del mar se funde con el verde vibrante de la selva, se alza el Parque Nacional Jeannette Kawas, un santuario de biodiversidad conocido popularmente como Punta Sal. Este exuberante paraje, ubicado a solo 30 minutos en lancha desde la ciudad costera de Tela, no es solo un destino: es una promesa de aventura, un refugio de vida silvestre y un tributo a la lucha por la conservación.
El parque lleva el nombre de Jeannette Kawas, líder ambientalista asesinada en 1995 por defender esta tierra de la explotación industrial. Su legado pervive en las 781.62 km² de bosques tropicales, manglares, playas y arrecifes que hoy son protegidos como parte del Sistema de Áreas Protegidas de Honduras.
Punta Sal es, además, un eslabón clave del Corredor Biológico Mesoamericano y parte del segundo arrecife de coral más grande del mundo, después de Australia.
Un paraíso para los sentidos
Los senderos de Punta Sal son ventanas a un mundo ancestral. Entre los árboles de caoba y ceiba, monos aulladores protagonizan conciertos al amanecer, mientras tucanes, guacamayas y el escurridizo jaguarundi (un felino en peligro de extinción) tejen la trama de este ecosistema.
Bajo las aguas cristalinas, el parque resguarda un universo paralelo: el arrecife coralino, hogar de peces loro, mantarrayas y tortugas carey. Según datos de la ONG Prolansate, aquí se han identificado 35 especies de corales y 178 tipos de peces. Los expertos de Tela Marine organizan inmersiones responsables, enseñando a los visitantes sobre la importancia de estos frágiles ecosistemas.
Playas que invitan a relajarse
Playa Cocalito, con su arena blanca y palmeras inclinadas hacia el mar, parece sacada de una postal. Es el lugar ideal para practicar *forest bathing* (baños de bosque) o nadar junto a delfines nariz de botella, avistados frecuentemente cerca de la costa.
Al norte del parque, comunidades garífunas como Tornabé y Miami preservan tradiciones ancestrales. Tours como los de *Garifuna Tours* incluyen degustaciones de hudut (pescado con coco) y encuentros con tambores africanos, herencia de este pueblo declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.
Operadores que tejen experiencias
– Garifuna Tours: Con más de 15 años de experiencia, sus excursiones combinan kayak en los canales de los manglares, avistamiento de manatíes en la Laguna de Los Micos y charlas sobre reforestación de mangle rojo.
– Coco Tours Honduras: Ideal para familias, ofrecen paquetes que mezclan Punta Sal con el Jardín Botánico Lancetilla, hogar de 1,200 especies de plantas.
– Tela Marine: Pioneros en ecoturismo científico, sus guías son biólogos que explican el rol de los murciélagos en la polinización del bosque.
Punta Sal no es solo un punto en el mapa. Es un recordatorio de que la belleza más pura reside en el equilibrio entre humano y naturaleza. Un lugar donde cada ola, cada aullido en la selva, cuenta la historia de un paraíso que se resiste a desaparecer.
Datos importantes
¿Cuándo Ir?: La temporada seca (diciembre a abril) ofrece cielos despejados. Agosto y septiembre son ideales para ver tortugas desovar.
¿Cómo Llegar?: Desde Tela, las lanchas parten a las 8:00 AM desde el muelle. Costo promedio: $35 por persona, incluyendo entrada al parque ($10 para extranjeros).
¿Dónde Dormir?: Aunque no hay alojamiento dentro del parque, en Tela destacan el eco-lodge *Tela Bay* y las cabañas Villas Telamar.
Aunque el turismo ha aumentado un 40% desde 2019 (según la Cámara de Turismo de Tela), desafíos persisten: la pesca ilegal y la deforestación amenazan la zona. Organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) trabajan con comunidades en proyectos de vigilancia y educación.
Fotos: Instituto Hondureño de Turismo